lunes, 12 de enero de 2009

El Astillero y Dinero


Astillero
Julio Hernández López Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx
Tragicómico año electoral
El año electoral arranca con un panista formalmente gobernante que se emociona en Washington por ser el primero de la lista de recepciones oficiales, un (pre)candidato presidencial perredista que maniobra para dejar el barco electoral enchuchado y pasarse a las balsas de emergencia que con él Convergen y Trabajan, y un priísmo que ve a Quique Gaviotón disparar comerciales de salva a diestra y siniestra mientras el acechante Manlio Fabio espera el momento de retomar delantera por la vía de la maña histórica que mata (políticamente) carita atlacomulca. El espectáculo político del año en curso se anuncia tragicómico a la luz de las desgracias económicas por venir, a las que el hacendoso secretario Carstens atribuye mimética forma de cero en cuanto a crecimiento económico anual, vaticinios a los que el antes sudoroso Memo Ortiz califica de optimistas desde el Banco de México, que prevé números negativos y no solamente estancamiento.
■ Pugnas por candidaturas
La izquierda parece encaminada a llegar dividida a las urnas este año. El juego de las semanas por venir se llama lista de candidatos. Los Jesuses lanzaron a los Andreses el anzuelo simplón de las invitaciones para que envíen sus propuestas de candidaturas a las oficinas institucionales del sol azteca, a lo que el lopezobradorismo respondió zafándose del garlito infantil y acelerando el proceso de conformación de la nómina de aspirantes que competirían bajo las siglas de los partidos que en los hechos dirigen Dante Delgado y Alberto Anaya. Según eso, en las postulaciones de la renacida coalición Por el Bien de Todos (a la que concurren solamente dos de las tres partes originales) serán incluidos personajes que destacaron en los movimientos populares de rechazo al fraude electoral y a la privatización del petróleo, pero la dinámica natural de los arreglos de cúpulas podría llevar a las boletas electorales a ejecutantes de artes de oportunismo y engaño si no hay participación y presión reales de quienes han empujado una alternativa política y electoral que no merece (como en 2006 con los chuchos, y muchísimas veces en otros comicios) ser convertida en masa votante para favorecer a personajes turbios que muchas veces están predestinados a la traición de la que luego se quejarán quienes no se opusieron a tiempo a esas postulaciones.

Dinero
Enrique Galván Ochoa galvanochoa@yahoo.com • Regístrese en el foro: http://dinero.tv
■ Obama y Calderón: lo disparejo del encuentro
Muy disparejo se ve el encuentro del presidente democráticamente electo Barack Obama y el presidente problemáticamente designado Felipe Calderón. El hawaiano sabe que no era el candidato favorito del mexicano. En uno de los peores resbalones que ha cometido en materia de política internacional, dijo públicamente, cuando Obama andaba en campaña y podía hacerle daño ante los electores, que a México convenía más su rival, John McCain, ya que entendía mejor los problemas del país, y, para que no quedaran dudas, le ofreció una cálida recepción en Los Pinos. Obama también tiene información privilegiada sobre la conflictiva situación que vivimos: la narcoviolencia fuera de control, la corrupción gubernamental y la nueva crisis financiera, que recientemente llevó a la Reserva Federal a abrir una línea de swaps por 30 mil millones de dólares al Banco de México, un salvavidas al devaluado superpeso. En cambio, Calderón va en tinieblas: desconoce la opinión que Obama tiene de él, de su gobierno y de sus funcionarios. Hábilmente, esquivó toda referencia directa a México a lo largo de la contienda electoral. Por lo pronto, tomó una precaución que se antoja prudente: no lleva a los impresentables Medina Mora y García Luna. Hará su debut internacional como cabeza del aparato de seguridad el secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont. Tampoco lo sigue la cauda de superempresarios que han sacado provecho del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá. La idea de Obama es que debe revisarse, porque ha causado más perjuicios que beneficios, y lo prometió a los sindicatos. Hay que esperar cambios en el gobierno calderonista y son impredecibles. El mensaje que recibirá será claro: Washington no quiere “un Estado fallido” como vecino, una bomba que puede estallar en cualquier momento.