martes, 21 de abril de 2009

El Astillero. Julio Hernández López

Ortigas cosechadas
A Jesús Ortega y a los principales miembros de la corriente conocida como los Chuchos les persiguen tres fantasmas: el fraude electoral interno (también practicado por el encinismo), la traición al movimiento civil encabezado por López Obrador y el colaboracionismo con Felipe Calderón. Como le sucedió a éste, Ortega se hizo del cargo formal al que aspiraba pero no ha alcanzado legitimidad ni respeto reales. En cambio, factores de poder que normalmente regatean espacio y elogios a la izquierda más o menos congruente han abierto ventanas mediáticas y han vertido comentarios positivos para el grupo de la llamada Nueva Izquierda, cuyos líderes así aparecen en noticieros y programas de televisión, conferencias con empresarios, e incluso en reuniones protocolarias como la cena felipista ofrecida a Obama, haciendo compungidas confesiones respecto a los muchos errores y defectos que ha cometido la izquierda presuntamente representada por ellos y ofreciendo comportamientos rehabilitados. En realidad, Ortega y el bando de los Chuchos se prestan al juego mediático de flagelarse para de esa manera reconocer” las pifias (las reales, las magnificadas y las inventadas) de López Obrador, colocándose al mismo tiempo como inequívocos aliados del calderonismo, en un proceso de aceptación fáctica de la condición presidencial del citado personaje panista. Por todo ello, en ese universo multiforme e impreciso de la izquierda social mexicana hay un sentimiento mayoritario de rechazo a las maniobras del chuchismo, agravado por la apropiación facciosa y bajuna de la mayoría de las candidaturas a puestos que se elegirán en julio próximo. Lo de ayer, pues (los abucheos a Ortega durante la toma de protesta de misceláneos candidatos), no necesita las autorías intelectuales que Ortega sugiere pero de las cuales se niega siquiera a dar una sola pista importante con nombre y apellido: Ortiga recoje las espinas que ha sembrado, a sabiendas de las muchas que le quedan en el camino.

MonoSapiens. Helguera y Hernández