lunes, 2 de febrero de 2009

El Astillero. La Jornada

30 enero 2009
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■ Nueva (y muy oportuna) ética
■ Mesías Tropical (de color)
Mientras cinco presidentes sudamericanos enjuiciaban severamente en Belem, Brasil, el modelo capitalista, la globalización y la responsabilidad de Estados Unidos en la crisis mundial, el enviado especial de la mexicana revista sexenal de frivolidades denominada Los Pinos se asumía en el decadente Davos como exitoso jinete de tormentas económicas y levantador de polvos mortales en casa porque, a su decir, la está limpiando de criminales y no porque haya derrumbes institucionales. Nostalgia roquera oportunista en Suiza al utilizar el título de una de las más conocidas canciones de The Doors para hablar de las tempestades mexicanas que con discursos y viajes pretende controlar un jockey fallido, mientras en tierra de Lula los aires insurrectos juveniles se volvían avejentado recuerdo interpretativo de la rola icónica del Comandante Che Guevara.
El confesionario público de los Alpes permitió también escuchar las flagelaciones extemporáneas de quienes ahora reconocen que fue malo lo que todavía semanas atrás no se atrevían a criticar y que durante años mantuvieron como dogma universal en cuanto a las presuntas bondades del libre mercado y sus capacidades de autocorrección. Por ejemplo, el ex primer ministro británicoTony Blair pide “una globalización basada en valores” y advierte que “el capitalismo no puede funcionar si no se basa en valores compartidos y justicia”. Un jefe pepsicolo, Indra Nooyi, se acogió a la fórmula simplona de que las instituciones sí sirven pero son las personas las que fallan, pues planteó que el capitalismo “es bueno”, pero “la noción de ganancias fuertes” se impuso a “la moralidad y la ética”. Un directivo del HSBC, Stephen Green, por su parte, dijo que la bronca no es imponer “ninguna serie de reglas”, pues eso por sí mismo no “podrá imponer el buen comportamiento”, es decir, “sin valores en las compañías, la regulación no hará el trabajo por nosotros” (¡Oh, por mi culpa, por mi culpa...!).
El cilicio colectivo ha sido alentado en México impensadamente por el mismísimo Doctor Z, el creador del monstruo llamado Fobaproa que en un abrir y cerrar de ojos se engulló el veinte por ciento del producto interno bruto para beneplácito de una punta de mal llamados empresarios que primero saquearon y quebraron sus propios negocios, luego recibieron gratuito rescate con fondos gubernamentales, más delante recobraron los bienes “saneados” y años después los revendieron o liquidaron sin mayor sufrimiento que poner en práctica el tráfico de influencias, el pago de diezmos a sus protectores y el revoloteo burocrático, más bien propio de tahúres, con el que pretendieron dar por sepultado y olvidado el nefasto episodio histórico de la conversión de las deudas privadas de millonarios en sacrificio y pérdida pública de millones de personas. Triste sino el de la Heroica República de los Aguantadores en Extremo, pues ahora hasta el gobierno del vecino país imperialista parece ser de izquierda ante el pasmo derechista local. El comandante Barack criticó la “ética de la codicia” y dijo que si el gobierno gringo podía darle la mano a los bancos en Wall Street también podría dársela a los estadunidenses “que la están pasando mal”. Casi socialista por contraste (urticaria provoca en quienes mantienen una furia fanática contra López Obrador el mencionar que algunas de las medidas del presidente estadunidense fueron puestas en práctica o promovidas por el tabasqueño), el Mesías Tropical de Color (nació en Hawai) rebajó sueldos, acentuó el tema de la ayuda a los menos favorecidos por el sistema y ha hecho saber a empresarios beneficiados por el rescate que no son bien vistos los derroches que en realidad estarían cargándose a las cuentas populares.

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